Pensar en la formación de los futuros ciudadanos de esta país, implica asumir una postura frente a la formación de los estudiantes, es decir, asumir una posición política sobre la educación.
Lo anterior, hace posible que dentro de dicha postura, el lenguaje oral juegue un papel importante, porque es éste quien hace posible que se den las primeras interacciones orales provocadas por el espacio escolar: entre los niños y el docente, entre los mismos niños, entre el docente y los padres de familia. Esto significa que “El lenguaje oral, impregna la vida escolar” (Camps, 2005) y que por lo tanto, sea necesario pensar en él como un aspecto posible de ir complejizando a partir de un trabajo pensado y planificado.
Es posible que la escuela conciba esta tarea, desde los grados iniciales, desde que los niños más pequeños ingresan a espacios formales de aprendizaje, en los cuales el lenguaje oral pueda verse como una posibilidad de formar personas que pertenecen, y se desempeñan en espacios académicos y sociales diariamente, y que para hacerlo, llevan a cabo prácticas del lenguaje orales que implican el conocimiento y construcción de algunas condiciones especificas que les permite vincularse a dichos espacios académicos y sociales “la lengua oral es el espacio adecuado para la construcción del respeto por el otro y el reconocimiento de las condiciones de la comunicación, que en última instancia son las condiciones del funcionamiento de un grupo social y de una democracia” (Pérez, 2008)
La construcción de condiciones que brinde a los niños oportunidades para el habla debe ser incidente dentro de la dinámica del trabajo de aula “El lenguaje oral requiere de espacios claramente definidos en la estructura de tiempos de la escuela. A la vez, se necesita definir criterios que orienten la conversación entre docente y estudiantes y entre estudiantes, en las prácticas cotidianas de conversación, exposición, argumentación (Pérez, 2008)". Tal vez, si construir el habla y las condiciones para que esta ocurra, alejados de la vida propia del aula y de las formas cotidianas establecer interacción, resultaría algo simulado si se tiene en cuenta que el principal propósito es formar para la vida misma.
De otro lado, la participación de los niños en prácticas de lenguaje orales, les permite ir ganando seguridad, construir formas de relación, reconocimiento en un grupo, comprensión de las mismas particularidades de la práctica que se ejerce “Las prácticas del lenguaje son -por su puesto- prácticas culturales, que incluyen no solo las conductas lingüísticas, sino también los rituales, los usos y las costumbres asociados a ellas” (Lerner, 1999).
En los primeros grados de escolaridad, hay una labor bastante determinante, que no deja de ser compleja, pero que es necesaria: construir condiciones para el habla, como el establecimiento de unas normas para la interacción (pedir la palabra, respetar un turno, manifestar el acuerdo o desacuerdo con un punto de vista, retomar lo dicho por otro, etc.), posicionar un espacio de habla permanente en el trabajo de aula, ejercer prácticas sociales del lenguaje que tienen un real y verdadero sentido comunicativo para los niños, significa construir condiciones y este, debe ser uno de los retos de la escuela "El primer reto se relaciona con algo que es indiscutible: la necesidad de que desde la educación formal se construyan las condiciones para la vida social, para la participación y para la vivencia de las primeras formas de ciudadanía y democracia (Pérez, 2008)".